Al mediodía lo vieron sentado en un banco de la plaza de la Ciudad Vieja. Lentamente, sus brazos y piernas se extendieron hasta que se dejó atrapar por el sueño. Pasaron tres horas antes, de que lo viniera a buscar la ambulancia, ante el aviso de los transeúntes. Esta vez no estaba Hikari para ayudarlo.El parte médico no agrego nada que no supierámos: neumonia, cirrosis y un papel que se extrajo de sus ropas que decía: "H, hija, te amo".
- Praga 1883
Colectivo Aula Poética: Bernardo Ortega - Juan Ernesto Abreu
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