Nada hubo de extraordinario, en el encuentro de esa noche.
El cero se quedo inmóvil durante varios segundos.
La adición permanecia indiferente.
Los sumandos, no hacían otras cosa que restarse de la operación.
Finalmente, llegó la mañana después de dividirse entre varias lunas.
La ventana de la habitación se abrió súbitamente, entonces todos volvieron a sus obligaciones. La dicha de la igualdad se multiplicaba, antes de fugarse.
Colectivo Aula Poética - Bernardo Ortega
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