Quienes creemos que
el rol de la escuela es preparar de manera efectiva a los alumnos para
el entorno en el que les va a tocar vivir y desenvolverse, nos parece
evidente que si ese entorno cambia, la actividad de la escuela tiene que
cambiar. Y es lo que está ocurriendo con la sociedad moderna, de la
mano de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC). En
efecto, las TIC no sólo han sido el motor del cambio hacia el mundo
global e interconectado que conocemos, sino que además están presentes
en todas las actividades en las que participamos en nuestra vida diaria y
laboral. Por tanto, es fundamental que los alumnos entren en contacto
con estas tecnologías desde temprana edad, y junto con desarrollar
competencias digitales e informacionales, logren una mejor comprensión
de éste fenómeno, como parte de su proceso educativo. Esta es condición
necesaria (aunque no suficiente) para desenvolverse con éxito en la sociedad del conocimiento
que les tocará habitar. Así, una educación de calidad para el siglo 21
requiere inexorablemente de la participación significativa de las
tecnologías digitales. Como en todas las actividades, existe un grupo
importante de docentes y directivos que viven la llegada de lo digital a
las escuelas como una amenaza, o una carga adicional de preocupaciones.
(Principio de dominios disjuntos) Desde ese estado de ánimo, no
logran conectarse con el mundo de oportunidades que estas tecnologías
encierran para mejorar los aprendizajes.
A
modo de ejemplos, éstas son algunas de las miles de actividades que
pueden desarrollarse con el apoyo de las TICs: algunos profesores pueden
visitar el Museo del Louvre en compañía de sus alumnos. , mientras
otros recorren el sistema sanguíneo; , o se transforman en glóbulos
blancos y viven la experiencia de enfrentar a un agente infeccioso.
También es posible diseñar sofisticados circuitos eléctricos con la
ayuda de simuladores, conectarse a laboratorios remotos, utilizar
software de modelación ; desarrollar experiencias de aprendizaje
colaborativas;, ayudar a mejorar la comprensión lectora con el uso de Mapas Conceptuales;
o aprovechar el atractivo de los videojuegos para desarrollar
habilidades de trabajo en equipo o pensamiento estratégico. Es
importante hacer una advertencia para no caer en excesos de
entusiasmo: no cualquier actividad se va a beneficiar con la tecnología
ni cualquier software ayuda a los propósitos educativos. Las tecnologías
agregan valor sólo en la medida en que permiten cambiar las prácticas
pedagógicas y de gestión educativa, provocar nuevas experiencias de
aprendizaje y no para hacer más de lo mismo..Como consecuencia de
lo anterior, es muy probable que el rol del profesor en la sociedad
moderna, cambie, desde su rol actual de transmisor de un cierto
conocimiento enciclopédico a ser un facilitador o guía de un proceso de
aprendizaje colaborativo. Por lo mismo, no basta con llenar de
computadores las escuelas para que éstas sean modernas. La clave del
éxito está en la forma en que las comunidades educativas se apropian y
usan las tecnologías, con una intencionalidad clara de mejoramiento de
sus procesos. Para ello es importante que los profesores actualicen sus
competencias y los directivos fortalezcan su liderazgo. También los
apoderados deben ejercer un control social de modo que estas
tecnologías efectivamente se aprovechen y estén disponibles para los
alumnos y no encerradas bajo cuatro llaves.Si el país logra asegurar la
apropiación y uso educativo de las tecnologías digitales en las aulas,
sin duda daremos un paso gigante en la dirección de mejorar la calidad
de la educación, paso que viene a complementar los importantes cambios
institucionales y de financiamiento que se debaten en el parlamento.
Ciertamente estas iniciativas requieren de un financiamiento
permanente y sostenido.
Artículo Didier De Saint Pierre.
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