En esta época de verano, se ven muchas manifestaciones artísticas y de las otras en nuestro glorioso Paseo Ahumada. El otro día, después de salir de la Fería del Disco me encontré con un trío de jóvenes, en la esquina de Huérfanos, portando unos carteles que decían: "Se dan abrazos, gratis". Por cierto, todo las personas que pasaban - por el lugar - los miraban extrañados y con cierta simpatía. Me quede unos minutos, esperando que alguien aceptará la oferta y recibiera de buen gusto, un abrazo.
Después de 20 minutos, me di cuenta que la espera sería en vano. Nadie aprovechaba esta oferta, tal vez por desconfianza o temor, no reconociendo los beneficios terapéuticos de un abrazo otorgado con afectividad positiva. Esta moda, importada del Japón , donde no sólo se ofrecen abrazos, sino que se alquilan hijos que te visiten amorosamente y compartan contigo durante una o dos horas, después de un pago no menor, vuelve a poner de manifiesto la necesidad - en nuestra época - de mostrar nuestros sentimientos y afectos por el otro. Ese otro, al que legítimamos desde nuestra propia subjetividad. En esta paranoia urbana, a veces, la soledad gana todas las elecciones, sin proponérselo. Tal vez, como en Cloverfield, esta sea nuestra última oportunidad de decirle a esa persona, lo mucho que la amamos; dándole un buen y gran abrazo. We can believe in the change ?
Después de 20 minutos, me di cuenta que la espera sería en vano. Nadie aprovechaba esta oferta, tal vez por desconfianza o temor, no reconociendo los beneficios terapéuticos de un abrazo otorgado con afectividad positiva. Esta moda, importada del Japón , donde no sólo se ofrecen abrazos, sino que se alquilan hijos que te visiten amorosamente y compartan contigo durante una o dos horas, después de un pago no menor, vuelve a poner de manifiesto la necesidad - en nuestra época - de mostrar nuestros sentimientos y afectos por el otro. Ese otro, al que legítimamos desde nuestra propia subjetividad. En esta paranoia urbana, a veces, la soledad gana todas las elecciones, sin proponérselo. Tal vez, como en Cloverfield, esta sea nuestra última oportunidad de decirle a esa persona, lo mucho que la amamos; dándole un buen y gran abrazo. We can believe in the change ?
Juan Ernesto Abreu, Crónicas Urbanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario