En esta segunda década del siglo XXI, resultaría importante actuar bajo la epistemología humanista y desde la sensibilidad de lo emocional, haciendo énfasis racionalmente en que las emociones que se manifiestan en el proceso de enseñanza-aprendizaje pueden ser educadas, con el propósito de transformar la práctica pedagógica de una manera significativa para los actores sociales, puesto que las emociones ayudan a que las personas comuniquen los sentimientos y respondan a las necesidades afectivas de los demás, facilitando las relaciones sociales y favoreciendo la conducta prosocial, con todo ello se ayuda a que el organismo también goce de una conducta saludable.
Así también, es importante reflexionar que los estados emocionales colorean la vida de las personas y mucho más importante es reconocer que están presentes en los procesos de enseñanza y aprendizaje como fenómenos sociales, en los cuales atendiendo a la significatividad de esto, los docentes como actores fundamentales del proceso educativo deben ser cautelosos de cómo se muestren ante los estudiantes, de la metodología que utilicen en las clases, cuidar de que las estrategias aplicadas sean las más idóneas y acordes al grupo puesto que todo esto va a influir en el logro de los objetivos planificados, en la conducta del estudiante, en el dominio de la disciplina a enseñar y por ende de manera personal en su vida íntima y profesional.
Finalmente, Salovey y Mayer (1997), Goleman (1998), Fernández Berrocal (2009) y otros, plantean que en la vida los seres humanos deben adquirir competencias socioemocionales las cuales tienen entre sus objetivos; potenciar las actitudes de respeto, la tolerancia y la prosocialidad, favorecer el desarrollo de habilidades de equilibrio personal y la potenciación de la autoestima, conocer los fenómenos emocionales, aumentar la capacidad de ponerse en lugar de los demás, desarrollar la conciencia emocional, armonizar las emociones y los comportamientos; ampliar la capacidad para controlar las emociones; potenciar la capacidad de esfuerzo ante las tareas; fomentar una actitud positiva ante la vida y otras.
Yenny Carolina Rodríguez Meléndez, (2016). Las emociones en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Recuperado de Revista Vinculando: http://vinculando.org/psicologia_psicoterapia/emociones-proceso-ensenanza-aprendizaje.html
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