En el recientemente publicado Proyecto
P.I:S.A. 2000 (Programa Internacional para la Evaluación de los Resultados del
Alumnado) se dice:
En la sociedad
moderna, la necesidad apremiante de desarrollar una ciudadanía que esté formada
matemática, científica y tecnológicamente es muy similar a los antiguos
argumentos para el logro de niveles básicos de competencia de lectura y
escritura en los adultos; (...) y la formación básica matemática y científica
“convierte a los individuos en menos dependientes de los demás, de modo que los
procesos democráticos, los valores sociales y las oportunidades individuales no
llegan a ser dominados por las élites ilustradas” (Krugly-Smolska, 1990)
En la misma línea argumental, Martín Rees,
astrofísico que se ha mantenido en la vanguardia de los debates cosmológicos,
afirma que en la actualidad es obvio que existe una separación importante entre quienes se desenvuelven bien con las
matemáticas y quienes no en una referencia a la necesidad del conocimiento matemático para el
desarrollo de las personas dentro de la sociedad actual en la que existe una
cultura emergente conocida con la Tercera Cultura (Tusquets Editores, 1996).
Podría seguir citando a personajes de
nuestra sociedad que han hecho afirmaciones como las anteriores, mas no lo creo
necesario ya que quien lee estas reflexiones podrá fácilmente sacar su propia
lista de referencias. Todos los argumentos convergen en la necesidad de
desarrollar el pensamiento matemático entre nuestro alumnado, mas resumámoslos
en tres grandes grupos:
Primero. Porque desarrolla habilidades
laborales y es una herramienta imprescindible de la ciencia y la tecnología.
Segundo. Porque suministra los
conocimientos esenciales para la práctica ciudadana responsable y efectiva.
Tercero. Porque fomenta la curiosidad, el
gusto por la belleza, permiten el libre acceso al ocio y, por supuesto,
fomentan la sabiduría.
Finalmente, ahora, más
que nunca, nuestro papel como profesor o profesora de Matemáticas es sumamente
necesario, y puede hasta resultar crucial, en la formación de ciudadanos y
ciudadanas desarrollando su talento matemático y puede que, ojalá en algunos
casos, despertando el genio matemático que llevan dentro. Que es posible
hacerlo no me cabe la menor duda, tampoco el que sepamos cómo hacerlo, pero que
estemos dispuestos a hacerlo ...VAMOS QUE SE PUEDE ¡¡¡
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