jueves, 12 de julio de 2012

Simplemente Gabriela


Señor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe;
que lleve el nombre de maestra,
que Tú llevaste por la Tierra.
Dame el amor único de mi escuela;
que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle
mi ternura de todos los instantes.
Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto.
Arranca de mí este impuro deseo de justicia que aún me turba,
la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren.
No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de los
que enseñe.

Oración de la Maestra, Gabriela Mistral.
Colectivo Aula Poética, Juan Ernesto Abreu.
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