sábado, 7 de abril de 2012

Cada tarde amanece un triángulo equilátero

Aquí yace el puente
y debajo esta el agua
que se transformará en sangre
Sangre de la alianza
nueva y eterna
que será derramada
para el perdón
de tus silencios
y el olvido de tus dolores.

Aquí en la comunión de los santos
se detienen tus delirios
Aquí
en el sur de la monotonía
se escribió el pasado
se acumularon tus deseos
en la tierra húmeda
se dibujaron corazones.

Desde aquí
tu horizontal melancolía
se detuvo en los ríos
converso con los muertos.
Se vistió de blanco
padeció el poder
de sus arrebatos.

Desde su territorial cobardía
ha de venir a juzgar
a los vivos
y a los que se pasan de vivos
para trasformar una vez más
la vida eterna
en un código binario.

Pero aquí,
entre esta multitud
están los dos dándome la espalda
abandonados entre líneas paralelas
devorados por su irregular geometría
todavía resueltos a ser escuchados
y a pronunciar su última plegaria:
“Lo que una Dios; no lo separe una fotografía".

Juan Ernesto Abreu, en "Senda Poética"

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