miércoles, 24 de abril de 2013

Mocosa Mía

La colección de 115 cartas de amor escritas por Pablo Neruda a Albertina Azócar, el gran amor de juventud del poeta, inspiradora de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, representan una forma de conocer el alma del joven Neftalí y el poeta Pablo. En todas ellas se nos muestra el carácter de Pablo, jugueton, tierno y enamorado de esta musa esquiva. Las cartas, que incluso contienen dibujos realizados por Neruda, son una excelente forma de acercarse a lo más profundo de la humanidad del futuro Premio Nobel de Literatura. Con los años vendrán, otros amores, cargos diplomáticos, viajes, el compromiso político y el desarrollo de una obra vasta y extensa; para este joven, que conoció los bosques y la lluvia del sur; a su más temprana edad, pero que mantuvo siempre intactos estos recuerdos de juventud.
Estas 115 cartas y los 20 poemas amorosos son fruto de la correspondencia mantenida entre Pablo Neruda y Albertina a lo largo de 10 años, desde su primer encuentro, cuando ella tenía 19 años y él 18. Son escritos realizados sobre los trozos de papel de procedencia más insospechada: impresos de la estación ferroviaria en la que trabajaba su padre; folios timbrados del Ministerio de Instrucción Pública o del diario regionalista La Mañana, de Temuco.Papeles todos ellos en los que el poeta vertía su amor no demasiado correspondido por Albertina compañera de clase del Instituto Pedagógico de Santiago. Son cartas en las que él se lamenta constantemente de la indiferencia y frialdad de su amada.
La propia Albertina, hija de una familia de clase acomodada, cuenta que ambos se conocieron cuando estudiaban francés en el Instituto Pedagógico de Santiago. La lectura de poesía y las largas caminatas fueron las únicas formas de expresión de ese amor juvenil. Al parecer, la familia de ella no vio nunca con buenos ojos las salidas con el hijo de un ferroviario que además era poeta. Era una oferta poco segura. Después, cuando la presión familiar disminuyó, tampoco ella llegó a decidirse del todo por seguirle y optó por proseguir con sus estudios y ampliar su especialidad en Europa hasta que, finalmente, decidiera casarse con Ángel Cruchaga, también poeta, al que Neruda dedicara alguna de sus poesías de entonces.
Mocosa mía es el cariñoso encabezamiento epistolar más repetido por Neruda. Luego, casi invariablemente siguen los reproches ("¿por qué no me escribes?, ¿por qué no me contestas?") por dejarle sumergido en la duda y soledad amorosa más absoluta.
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